miércoles, 24 de septiembre de 2014

Combatir el #Desanimo

Un interesante articulo publicado en http://paths.wpmu.aspgems.com/blogdelfreelance/2011/06/18/como-combatir-el-virus-del-desanimo/, que está hoy quizás todavía más de actualidad: 


Ser un profesional freelance no resulta sencillo. En parte, porque nos enfrentamos a las siguientes dificultades:
-fortísima competencia en el mercado
-tecnología en cambio permanente
-dificultades para cobrar por el trabajo realizado
Pero, a pesar de la entidad de estos retos, en muchas ocasiones los  tienen su origen en otro lugar menos definido: en nuestro estado de ánimo.

¿Por qué nos desanimamos?


Todo el mundo se desanima de vez en cuando. Es algo normal y comprensible.
La situación se vuelve peligrosa cuando el  pasa de ser un excepción a convertirse en la tónica del día a día, y se convierte en una especie de virus -o de veneno- que se extiende de manera silenciosa, y que es capaz de acabar con cualquier  por nuestro trabajo.
Para atajar esta amenaza, está claro que lo primero que debemos hacer es identificar el origen del problema cuanto antes. En FreelanceFolder han recopilado los principales motivos por los cuales solemos desanimarnos:

Causas externas o circunstanciales


Crítica. Más temprano que tarde, algún cliente -incluso algún compañero- va a realizar una crítica negativa sobre tu trabajo. Al recibirlas, es normal sentirse mal. Pero no podemos detenernos en esa sensación. Hay que aprender a gestionar las críticas: debemos estar preparados para defender nuestro trabajo con argumentos, y para aprovechar lo que cada crítica tiene de acertado, de manera que esa información nos permita reflexionar y mejorar.
En cualquier caso, lo más importante de todo es no perder el ánimo con las críticas. Para conseguirlo, no te centres en lo que has hecho mal, sino en lo que has hecho bien, es decir, la mayor parte de las cosas.

Circunstancias personales. Todo el mundo sufre una “mala racha” de vez en cuando: problemas financieros, sentimentales, familiares… No hay que perder de vista que todo pasa, lo malo también, y que esas circunstancias no van a durar para siempre. Cuando desaparezcan, nuestra actitud frente al trabajo volverá a ser mucho más positiva.
Aburrimiento. Casi todos los trabajos tienen mucho de repetitivo y, a la larga, esa monotonía suele traducirse en falta de . Normalmente, el trabajo es el que es, y no resulta sencillo cambiar esta circunstancia. Pero podemos tratar de introducir proyectos y actividades nuevas de vez en cuando, así como nuevas formas de hacer las cosas. También podemos buscar  a través del establecimiento de pequeños retos estimulantes.

Problemas de salud. Si no te encuentras bien de salud, lo más normal es que te sientas decaído también a la hora de realizar tu trabajo. Piensa que la salud es lo primero, y que sin ella no hay nada. Descansa lo suficiente, aliméntate bien y haz un poco de ejercicio a diario. Esas son las claves -las que puedes controlar al menos- para una vida saludable.

Sobrecarga. El exceso de información, de proyectos, de tareas, de peticiones, de reuniones, etc. acaba generando una situación de tensión permanente que, a medio y largo plazo, se transforma en agotamiento y desilusión. La mejor manera de combatir esta amenaza es el orden. Establece tus prioridades y avanza paso a paso, tarea a tarea, atacando primero los asuntos que realmente son esenciales para ti y para tu trabajo. Recuerda que incluso los problemas más complejos pueden trocearse en problemas más sencillos de resolver.

Exceso de expectativas. Las grandes expectativas suelen conducir a las grandes desilusiones. No todos los consejos que recibes, y que encuentras en la red, son acertados. Y el hecho de que los formule otra persona -por prestigiosa que sea- no nos garantiza que el resultado sea positivo en nuestro caso concreto.  Así que sé realista. Analiza bien las decisiones que tomas, y no confíes de manera ciega en las opiniones ajenas, ni en los remedios mágicos. Es mejor avanzar día a día, con paciencia. Y también es preferible tomar una decisión equivocada después de meditarla que asumir, de manera acrítica, las opiniones de terceros.

Comportamientos personales


Perfeccionismo. Ya sabes lo que dicen: lo mejor es enemigo de lo bueno. Está muy bien intentar hacerlo todo perfecto, pero sin olvidar que la perfección es inalcanzable, y que obsesionarse con ella puede acabar bloqueando nuestro trabajo, y afectando muy negativamente a nuestro ánimo. Aprende a decidir y sigue adelante. Nunca te quedes atascado. Haz las cosas bien pero, sobre todo, hazlas; no dejes de hacerlas.

Compararse con los demás. Siempre resulta útil analizar las mejores prácticas del mercado y de la competencia. Pero no tiene sentido obsesionarse con hacer lo mismo y de la misma manera que otra persona. Ese camino solo conduce a la frustración y, además, lo que funciona para otros no tiene por qué funcionar en tu caso concreto. Cada profesional tiene sus características, sus puntos fuertes y débiles, y tiene que encontrar su propio estilo, su manera de hacer las cosas. En vez de imitar a los demás, concéntrate en esas competencias que te distinguen del resto, y desarróllalas a máximo.

Pesimismo. Hay gente que es más pesimista por naturaleza y que, por lo tanto, se suele enfrentar con mayor frecuencia a situaciones de desánimo. Esto no significa que esa actitud no pueda modificarse. Todo el mundo puede trabajar para afrontar los problemas con una actitud más optimista, y por rechazar los esquemas mentales típicos del pesimismo.

Falta de realismo. Si no tienes los pies en el suelo, es muy fácil que te lleves un desengaño tras otro. Por exceso de expectativas o, simplemente, porque no eres capaz de estimar con acierto el tiempo que lleva realizar un trabajo y, por tanto, las estimaciones en plazo y coste de los proyectos. Si es así, corrige tus expectativas a la baja, y revisa las metodologías y herramientas que utilizas para realizar estimaciones.
Una vez que has identificado la raíz -o las raíces- del problema, solo te queda poner los medios necesarios para recuperar el ánimo, la ilusión y la confianza.
Muchas veces, lo único que se necesita es un poco de paciencia para aguantar hasta que pase el chaparrón.




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